Preparativos para el foro del Componente Docente Nº 14 "U.G.M.A"

viernes, 11 de mayo de 2012

Ética del Docente en la Educación Superior. Por: Ortega Jose


Según Herbert SPENCER (1820-1903) Un profesional ético es aquél que hace el  bien en su profesión haciendo bien su profesión. No hay nada más moralizador que  cada cual haga bien lo que tiene que hacer, lleve a cabo cada actividad procurando realizar el bien al que esa actividad está intrínsecamente orientada. Toda ética profesional tiene su núcleo inspirador y su aliciente máximo en los bienes intrínsecos que se propone realizar. Es algo tan obvio como, en ocasiones, olvidado. Cuidar la salud con arreglo a los conocimientos y técnicas disponibles es el bien intrínseco de la profesión médica; asesorar y representar ante los tribunales y en las relaciones contractuales para defender  los derechos y legítimos intereses de sus clientes en el marco de la legalidad vigente  es el bien intrínseco de la profesión de abogado, etc.  El bien intrínseco a la práctica de la docencia es que los alumnos aprendan.

El ejercicio éticamente responsable de la función docente lleva consigo al menos estos deberes y responsabilidades: ante todo enseñar, entendiendo la enseñanza como ayudar a aprender. Enseñar presupone saber, haber aprendido lo que enseña y estar al día en la materia que enseña, de la que es profesor. García Morente comenta al respecto que el docente no tiene que saber mucho, pero lo que sabe tiene que saberlo bien, "con saber auténtico, con saber  pensado, con ese saber que consiste en la evidencia íntima, en la luz mental ante la cual todo resulta llano y claro.

Lo contrario al saber es la ignorancia. No hay que insistir en la incapacidad de enseñar que tiene quien no sabe lo que tiene que enseñar. Merecen recogerse, sin embargo, las penetrantes observaciones de  García Morente en el mismo artículo que acabamos de citar alertando contra la pedantería en general y contra la pedantería pedagógica en particular: la manía de explicarlo todo, aun lo más sencillo, o de explicar todo lo que sabe el docente, más de lo que es oportuno enseñar, más de lo que los alumnos están en condiciones de aprender. Dicho en positivo: "El docente debe enseñar lo que tiene que enseñar; dentro de los límites que le están señalados. Salirse de esos límites es pedantería.

Enseñar supone además saber enseñar. No todo sabio es un buen profesor. Saber enseñar requiere saber hacerse entender, saber abrir horizontes, estimular, ayudar a ser buen estudiante, suscitar y alimentar las ganas de aprender... Para estar al día y enseñar, hace falta dedicación al estudio, a la docencia, a la atención a los alumnos, a las publicaciones recientes para saber si lo que se enseña está refrendado o cuestionado por la comunidad científica o intelectual conforme a los métodos contrastados.... 

A eso es bueno añadir y explicitar que es responsabilidad del docente evaluar con justicia. A iguales méritos hay que otorgar iguales calificaciones; a méritos desiguales, calificaciones desiguales. No es mero afán  justiciero: es consustancial a la enseñanza marcar las diferencias entre lo que está bien y lo que está mal. Unos planteamientos pedagógicos que se empeñan en establecer  por decreto que nadie hace nada mal, sino sólo de manera diferente, falsean la realidad y fomentan la desmoralización del "todo vale".

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